Comienza así un viaje astral de dos mil años que los llevará a Nueva York, al siglo I a.C., a Colonia, a la Ruta de la Seda, a Pompeya y a Egipto. Solo disponen de cuarenta y ocho horas para conseguirlo. Armándose del humor como herramienta indispensable para darle la vuelta al orden de las cosas, Fernando Méndez construye una historia repleta de fantasía y de realidad, un viaje espiritual que nos revela, entre carcajadas, lo que verdaderamente importa en la vida. Tierna, hilarante, conmovedora y reflexiva, Cuatro esquinitas tiene mi cama nos descubre un territorio desconocido por muchos; el mejor espacio para ser feliz: la “fantástica realidad”.
lunes, 1 de junio de 2015
Cuatro esquinitas tiene mi cama
Lo que parece ser una día normal de trabajo en el cementerio se
convierte para Lourdes -florista, separada y con una hija adolescente-
en el comienzo de su nueva vida. Mientras se afana en colocar una corona
de flores en una de las lápidas recibe la visita de Armand, un hombre
que aparte de estar como un tren dice ser un ángel. Su misión: ofrecer a
Lourdes la posibilidad de resarcirse de la mala gestión de sus vidas
anteriores -principalmente de aquella en la que fue Cleopatra- y
recuperar las cuatro esquinitas de su existencia, en especial, el amor
de su hija.
Comienza así un viaje astral de dos mil años que los llevará a Nueva York, al siglo I a.C., a Colonia, a la Ruta de la Seda, a Pompeya y a Egipto. Solo disponen de cuarenta y ocho horas para conseguirlo. Armándose del humor como herramienta indispensable para darle la vuelta al orden de las cosas, Fernando Méndez construye una historia repleta de fantasía y de realidad, un viaje espiritual que nos revela, entre carcajadas, lo que verdaderamente importa en la vida. Tierna, hilarante, conmovedora y reflexiva, Cuatro esquinitas tiene mi cama nos descubre un territorio desconocido por muchos; el mejor espacio para ser feliz: la “fantástica realidad”.
Comienza así un viaje astral de dos mil años que los llevará a Nueva York, al siglo I a.C., a Colonia, a la Ruta de la Seda, a Pompeya y a Egipto. Solo disponen de cuarenta y ocho horas para conseguirlo. Armándose del humor como herramienta indispensable para darle la vuelta al orden de las cosas, Fernando Méndez construye una historia repleta de fantasía y de realidad, un viaje espiritual que nos revela, entre carcajadas, lo que verdaderamente importa en la vida. Tierna, hilarante, conmovedora y reflexiva, Cuatro esquinitas tiene mi cama nos descubre un territorio desconocido por muchos; el mejor espacio para ser feliz: la “fantástica realidad”.
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